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Douglas Gordon – exposición en Barcelona

por G. Fernández – theartwolf.com
Me reconozco como un completo escéptico a la obra de hablar de premios. No creo en ellos, ni esn su valor -más allá del estrictamente material- ni en lo juicioso de los criterios para otorgarlos. Y el codiciado Premio Turner, más que una excepción, me sirve para reafirmarme en mis principios. No obstante, de vez en cuando surgen decisiones que me devuelven, de forma momentánea, la fe en premios y galardones, y la concesión del Turner de 1996 al artista escocés Douglas Gordon (Glasgow, 1966) fue una de ellas.

Gordon es responsable de algunas de las creaciones artísticas más interesantes de los últimos años, trabajando en campos que abarcan desde la cinematografía hasta las instalaciones audiovisuales o el texto escrito, convirtiéndolo en uno de esos artistas que parecen negarse a ser clasificados dentro de un estilo o tendencia. Ahora, sin otro motivo más que dar a conocer su obra, la Fundació Joan Miró ha preparado una exhibición que, bajo el título de Lo que me quieras decir. ya estoy muerto , muestra algunas de las obras más conocidas del artista escocés en los últimos años.

24 horas de PSICOSIS (1993) es una de las creaciones más celebradas de Gordon, y es perfecto punto de partida para comenzar a introducirnos en su obra. Una pantalla, colocada diagonalmente en el medio de una sala con escasa luz, emite sin cesar la celebérrima película de Alfred Hitchcock, Psicosis , con la particularidad de que la emisión, además de carecer de sonido, está ralentizada hasta el punto de que el film ve alargada su duración hasta las 24 horas. Además, la pantalla es traslúcida y la película es proyectada por los dos lados, de manera que el espectador, al aproximarse a la pantalla, es visto por los espectadores situados al otro lado, provocando así una extraña interferencia en una obra tan familiar para todos.

Aparentemente similar, pero muy diferente en efecto, es A través de un espejo (1999) en el que dos pantallas, situadas una frente a otra, emiten una y otra vez un fragmento de algo más de un minuto de la película Taxi driver , de Martin Scorsese y protagonizada por un genial Robert de Niro (sí, la famosa escena de ¿ me hablas a mí? ) En este caso, el espectador no interactúa con la obra, sino que, situado en medio de las dos pantallas, parece estar situado en medio de un inminente tiroteo, víctima de la paranoia de Travis Bickle. Personalmente, creo que esta obra, aparentemente simple e incluso tramposa , es, con su acertada acotación de las distancias entre las pantallas, y la agresividad de su efecto, de lo más logrado de Gordon.

Mucho más ambiciosa, hasta el punto de que el espectador resulta «superado» por ella, es la obra que lleva el descriptivo e incluso advertidor título de Prácticamente todas las películas y trabajos audiovisuales desde 1992 hasta ahora (1992-?) consistente en un numerosísimo grupo de monitores en el que se emiten, como el título advierte, todas la obra cinematográfica de Gordon en los últimos años. Los monitores, algunos con auriculares y otros sin sonido, se colocan de forma distinta en cada exposición.

Frente a estas obras de efecto inmediato, existen otras que exigen una mayor complicidad interpretativa por parte del espectador. Por ejemplo, Ahora no (1998) es una obra exclusivamente de texto, estando este dispuesto sobre una única línea que ocupa las cuatro paredes de una estancia. El texto, que puede resultar aparentemente sin sentido, se refiere exclusivamente a los tiempos pasado y futuro, sin mencionar ni una sola vez el presente, con lo que la obra y su misterioso título cobran así sentido.

Lo que quieres que te diga (1998) resulta difícilmente comprensible sin una explicación adicional. Aparentemente, se trata tan solo de un grupo de altavoces negros dispuestos aleatoriamente sobre el suelo de una de las salas, mientras de ellos surge una extraña melopea que continuamente repite te quiero.te quiero.te quiero. La obra hace referencia a la película Brighton Rock , dirigida por John Boulting, en cuya escena final, el protagonista graba un mensaje telefónico para una chica llamada Rose, diciendo «lo que quieres es que te diga que te quiero, pero en realidad te odio». El mensaje queda cortado a la mitad, y lo que la chica escucha es un continuo te quiero.te quiero.te quiero. Gordon parece así querer reflexionar sobre la realidad y la percepción, y la manera en la que esta puede engañarnos.

Pero incluso estas dos obras resultan algo burdas si las comparamos con la impactante y a la vez sutil complejidad intelectual de De Dios a nada (1996). Tres simples bombillas, situadas cada una a la altura equivalente de la cabeza, el corazón y los genitales del ser humano, cuelgan en el centro de una sala, iluminando ésta solamente lo necesario para que el texto escrito en las paredes pueda resultar legible. Este texto repite continuamente la fórmula miedo a ____ , comenzando por miedo a Dios y acabando por miedo a nada . El espectador puede recorrer la sala, leyendo el texto, compartiendo miedos, despreciando otros e incluso imaginándose otros nuevos, bajo la tenue e inquietante luz de las tres bombillas.

Observando la trayectoria de Douglas Gordon, la impresión que se tiene es la de un artista que, pese a haber alcanzado el reconocimiento general antes de los 30 años, no ha perdido fuelle con el paso de los años, y, a sus 40 años, parece dispuesto a seguir con la experimentación conceptual que le ha dado hasta ahora óptimos resultados.

Cartel de la exposición de Gordon en la Fundació Miró

Douglas Gordon: a través de un espejo (1999)

Douglas Gordon: Prácticamente todas las… (1992-?)

Douglas Gordon: Autorretrato con escopolamina (1994)

Douglas Gordon: Lo que quieres que te diga (1998)

Douglas Gordon: De Dios a nada (1996)

Douglas Gordon: exposición en Fundació Miró, Barcelona

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Douglas Gordon - exposición en Barcelona