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Alberto Passolini. ¡Malona! – MALBA, Buenos Aires

MALBA, Buenos Aires Alberto Passolini. ¡Malona! – MALBA, Buenos Aires En el marco de los festejos del Bicentenario y como parte del programa Contemporáneo, Alberto Passolini (Buenos Aires, 1968) presenta en Malba una nueva serie que revisa la pintura argentina del siglo XIX. Del 23 de abril al 7 de junio]]>

Fuente: MALBA, Buenos Aires
La exposición tiene como eje temático el mito de la cautiva blanca, que es cruzado con la actividad de las primeras mujeres que se involucraron en el proyecto cultural de la generación del 80 en la Argentina.

El artista presenta una cita modificada de La vuelta del malón (1892), de Ángel Della Valle, donde se invierten los papeles y la cautiva deja su lugar a un hombre blanquísimo que es arrebatado por amazonas enardecidas, en una tela de gran formato (2,60 x 4,60 metros) titulada ¡Malona!. “Volví a pararme frente a La vuelta del malón con la relectura aún fresca de La Cautiva, de Esteban Echeverría, y lo primero que pensé fue que esa mujer, sostenida por un cabezón morochazo y fornido, en breve podría amotinarse y ser la que diera vuelta el malón. ¿Y por qué no un malón de indias embravecidas, cargándose a un cautivo blanco?”, se preguntó Passolini.

“Passolini se pregunta por la eficacia de los mitos canonizantes y su vigencia subterránea en la cultura contemporánea. Lee entre las líneas de aquellas historias y representaciones que alimentaron la imaginación de hombres, mujeres y niños, aceptadas como modos “naturales” de pensar y de sentir. Y se pregunta, sobre todo, por la relación entre artistas y modelos, por los sutiles vínculos entre imagen y deseo. Y pone todo patas arriba”, explica Laura Malosetti Costa en el ensayo crítico.

La presentación de la serie, que incluye también las pinturas Malón académico y Malón plein air, establece un paralelismo entre las estrategias que llevaron a La vuelta del malón, nacida como una obra monumental que no llegó a ser vendida en vida de su autor y exhibida en ámbitos pocos propicios (en un pabellón entre bolsas de cereales, en Chicago, y en la vidriera de una ferretería, en Buenos Aires), y la participación activa de artistas mujeres, pero sistemáticamente negada por la historia del arte argentino.

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