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Georges de La Tour en el Museo del Prado

Georges de La Tour - La buenaventura

La buenaventura
Georges de La Tour
Óleo sobre lienzo, 102 x 123 cm.
Nueva York, Lent by The Metropolitan Museum of Art, Rogers Fund, 1960 (60.30)

Georges de La Tour - El recién nacido

El recién nacido
Georges de La Tour
Óleo sobre lienzo, 76 x 91 cm.
Rennes, Musée des beaux-arts de Rennes

Georges de La Tour en el Museo del Prado El Museo del Prado y la Fundación AXA presentan la más importante exposición celebrada en España sobre Georges de La Tour (1593-1652). Del 23 de febrero al 12 de junio de 2016.]]>

Fuente: Museo del Prado

La muestra está integrada por treinta y una pinturas del autor, número excepcional considerando que únicamente se conservan unas cuarenta pinturas de su mano, procedentes de prestigiosas instituciones internacionales como el Museo del Louvre, el J. Paul Getty Museum o el Metropolitan de Nueva York y el Fort Worth de Texas que aportan dos de las obras imprescindibles del francés, la «Buenaventura» y «El tramposo del as de tréboles», respectivamente. Ha sido también fundamental para la realización de esta muestra la generosa contribución de museos provinciales franceses, propietarios de una importante selección de pinturas de este artista, y el hecho de que dos de las incorporaciones recientes a las colecciones del Prado («San Jerónimo leyendo una carta» y «Ciego tocando la zanfonía»), hayan convertido a esta institución en referencia internacional para el estudio de la obra del maestro francés.

La personalidad artística de Georges de La Tour ha sido descubierta recientemente. Poco se sabe de su primera formación en la ciudad católica de Vic-sur- Seille, en la Lorena francesa, que debió concluir hacia 1610, en torno a los 17 años. La documentación posterior lo muestra como un pintor acomodado en lo económico, desabrido en lo personal y reconocido en lo profesional, alcanzando en el culmen de su carrera el nombramiento de pintor de Luis XIII.

La Tour vivió en un momento crítico para la historia de la Lorena que finalizó con la pérdida de la independencia política del ducado. En estas adversas condiciones concibió una pintura dotada de lirismo sorprendente, sobre todo en sus escenas nocturnas, casi todas ellas religiosas. Son pinturas de colorido casi monocromo y formas monumentales, impregnadas de soledad y silencio.

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