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‘Pintado en México, 1700–1790: Pinxit Mexici’ en el LACMA

Juan Rodríguez Juárez, Autorretrato

Juan Rodríguez Juárez, «Autorretrato», c. 1719, óleo sobre lienzo, 66 × 54 cm, Museo Nacional de Arte, INBA, Secretaría de Cultura, Mexico City , fotografía: © D.R. Museo Nacional de Arte / Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2015

‘Pintado en México, 1700–1790: Pinxit Mexici’ – LACMA El Los Angeles County Museum of Art (LACMA) presenta Pintado en México, 1700-1790: Pinxit Mexici, la primera revalorización en profundidad de la pintura mexicana del siglo XVIII. Del 19 de noviembre de 2017 al 18 de marzo 2018.]]>

Fuente: LACMA

Esta exposición, organizada conjuntamente por el LACMA y Fomento Cultural Banamex, A.C. en la Ciudad de México, destaca las conexiones de la pintura novohispana con las corrientes artísticas transatlánticas y subraya asimismo su propia evolución interna y su asombrosa originalidad pictórica. Pintado en México, 1700-1790: Pinxit Mexici reúne más de cien obras, muchas de ellas expuestas aquí por primera vez o restauradas para la exposición.

En el siglo XVI numerosos artistas europeos emigraron a México, donde acometieron la decoración de nuevas iglesias y realizaron importantes encargos artísticos. Algunos de esos artífices y sus familiares establecieron talleres en México que perduraron varias generaciones. Hacia el siglo XVII surgió una nueva generación de pintores que ya había nacido en América. Estos artífices desarrollaron sus propios estilos pictóricos, que reflejaban tanto las transformaciones culturales del momento como los deseos de sus comitentes—religiosos y laicos. El siglo XVIII dio inicio a un período de esplendor artístico con la consolidación de escuelas de pintura locales, la invención de nuevas iconografías y la agrupación de los artistas en academias.

Durante ese siglo, más que en ninguna época anterior, se solicitó a los pintores la ejecución de obras de tamaño mural para ornar, entre otros espacios, sacristías, coros o salones universitarios. Esos mismos artistas realizaron también retratos, pinturas de castas, biombos y delicadas pinturas devocionales, dando así fe de su notable versatilidad. Fueron, en realidad, cuatro generaciones de artífices que descollaron a lo largo del siglo XVIII y que produjeron un volumen de obras pocas veces visto en la ancha geografía del mundo hispánico.

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