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Zurbarán: una nueva mirada – Museo Thyssen-Bornemisza

Francisco de Zurbarán. Bodegón con cacharros

Francisco de Zurbarán. Bodegón con cacharros, c. 1650-1655.Óleo sobre lienzo, 47 x 79 cm. Barcelona, MNAC. Museu Nacionald’Art de Catalunya. Legado de la Colección Cambó

Francisco de Zurbarán. San Serapio

Francisco de Zurbarán. San Serapio, 1628.Óleo sobre lienzo, 120,2 x 104 cm. Hartford,CT, Wadsworth Atheneum Museum of Art.The Ella Gallup Sumner and Mary CatlinSumner Collection

Zurbarán: una nueva mirada – Museo Thyssen El Museo Thyssen-Bornemisza presenta este verano la exposición ‘Zurbarán: una nueva mirada’, que plantea una revisión actualizada de la obra de este gran maestro del Siglo de Oro español. Del 9 de junio al 13 de septiembre de 2015.]]>

Fuente: Museo Thyssen-Bornemisza

Francisco de Zurbarán es uno de los artistas más avanzados de su época. El atractivo de su obra desborda ampliamente el ámbito hispano y lo convierte en figura incontestable entre los nombres más destacados de la pintura europea. Pintor de lo concreto, sus formas geometrizadas, de duras aristas, y sus grandes superficies lisas, junto con el universo solemne y silencioso que transmite su obra, lo conecta con algunas sensibilidades de movimientos artísticos del siglo XX, del cubismo a la pintura metafísica, poniendo de manifiesto su gran actualidad.

Zurbarán es también uno de los pintores españoles del siglo XVII que mejor ha expresado el sentimiento religioso, realizando en su obra una sutil síntesis entre misticismo y realismo. Pasó la mayor parte de su vida en Sevilla, dedicado a la ejecución de cuadros de devoción, retablos o ciclos monásticos para las numerosas comunidades monacales florecientes en aquella época, como dominicos, franciscanos o mercedarios. Los religiosos sevillanos le encargaban conjuntos que marcaron la cadencia de su carrera artística y que, desde época temprana, requirieron la participación de un taller. Su estilo original, muy característico y de lenta evolución, está vinculado a una concepción tenebrista de la luz, sumándose a unas composiciones sencillas y estáticas, y a una minuciosa factura de los valores táctiles de los objetos representados.

Las figuras escultóricas, de porte monumental y llenas de dignidad, se construyen con solidez en el espacio bajo una luz rotunda y plenamente humanas, dando la sensación de estar transfiguradas por su fe. Colorista excepcional, su profundo interés por expresar la calidad de las cosas, hace que las telas y los enseres representados, sean de la naturaleza que sean -flores, frutas, vasijas- y aún colocados en lugares secundarios, adquieran el rango de protagonistas junto a los rostros y las manos de los personajes. Alguno de los mejores ejemplos los encontramos en su famosa serie de santas que representa de forma completamente novedosa, solas, vestidas con ricos y suntuosos trajes y con rostros de gran belleza y mirada expresiva. De sus manos han surgido también algunos de los bodegones más influyentes de la pintura española. Construidos con pocos y toscos objetos, estas obras tienen la virtud de transmitir al espectador todo un mundo de sensaciones plenas de trascendencia.

Sesenta y tres obras, en su mayoría de gran formato, se presentan distribuidas en siete salas, siguiendo un orden cronológico y atendiendo también a la naturaleza del encargo por el que fueron ejecutadas. Con este planteamiento, el visitante encontrará espacios dedicados a las grandes comisiones de las comunidades religiosas junto a otros donde se contemplarán obras individuales destinadas a la devoción privada, incluyendo en mitad del recorrido las dos salas dedicadas a los bodegones y a los artistas que colaboraron en su taller.

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